Tablas de Piedra

CAPITULO 8

Las Tablas de Piedra, o Diez Mandamientos,
Tuvieron un Comienzo y Final Histórico
como Documento de Pacto

 No bien decimos que los Diez Mandamientos han caducado como pacto, y algunos quedan imposibilitados para poder comprender lo que estamos diciendo.  En su confusión, creen que hemos dicho: "¡fuera con la ley moral!", no importa cuántas veces ni cuán audiblemente afirmemos nuestra creencia en la ley moral, como tal, y específicamente en la validez duradera de los principios morales de nueve de los Diez Mandamientos escritos en las Tablas del Pacto. No obstante, esto no les satisface.  Insisten en que reconozcamos que los Diez Mandamientos, según fueron escritos en las Tablas de Piedra en el Sinaí, son la "eterna e inalterable ley moral de Dios". Para ellos, es todo o nada.  Aun se nos imposibilita discutir con ellos nuestras claras razones bíblicas para rechazar tal concepto teológico.

 Las Escrituras del Nuevo Testamento afirman claramente que los Diez Mandamientos han caducado como pacto contractual entre Dios e Israel.  NO estamos diciendo que la moralidad contenida en los mandamientos individuales haya caducado; estamos hablando de los Diez Mandamientos como documento legal, en específico: como documento de pacto.  Los deberes morales escritos en las Tablas de Piedra no originaron en el Sinaí, aunque allí sí comenzó su uso como base de un pacto.  Nueve de los diez eran conocidos por los hombres, y la desobediencia a ellos era castigable por Dios aun antes, y después de haber sido dados -en el Sinaí- a Israel como pacto.  La desobediencia a todo deber específicamente requerido en los Diez Mandamientos, exceptuando el cuarto (el sábado), era castigada aun antes del Sinaí. Además, todo mandamiento, exceptuando el cuarto, es reiterado en el Nuevo Testamento. Discreparemos en muchas cosas en cuanto a "la ley", mas no podemos negar que la Biblia claramente enseña las siguientes cosas:

 1.  Hubo "ley" que tuvo un "comienzo histórico".

 2.  Esa "ley" tuvo un "final histórico".

 3.  El comienzo histórico de esa "ley" siempre está vinculado a las      Tablas del Pacto que fueron dadas a Israel en el Monte Sinaí.

 4.  El final histórico de dicha "ley" siempre está vinculado a la       venida de Cristo y el establecimiento del Nuevo Pacto.

 Cabe la posibilidad de malentender cuál es la ley específica a la cual se refiere la Biblia, pero es imposible negar que los cuatro puntos, arriba declarados, son enseñados en la Biblia.  La Escritura imposibilita que esa ley sea otra cosa que los Diez Mandamientos, escritos en Tablas de Piedra, dados a Israel en el Sinaí como el fundamento contractual de su relación a Dios.  No es posible que se refiera a la ley "ceremonial" ni tampoco a la ley de la conciencia. Se refiere al pacto de ley hecho en el Sinaí.

 Como ya hemos señalado, el comienzo histórico del pacto de ley, grabado en Tablas de Piedra, coincidió con el comienzo de Israel como nación.  Esto lo vimos en el capítulo cuatro, en los textos que hablan de los Diez Mandamientos.  No hay forma de entender los siguientes textos de Escritura si negamos que la ley tuvo un comienzo y un final histórico.

"Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero el pecado no se imputa donde no hay ley" (Romanos 5:13).

"Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia"
(Romanos 5:20).

"Entonces, ¿para qué sirve la ley?  Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien estaba destinada la promesa; y fue promulgada por medio de ángeles en mano de un mediador" (Gálatas 3:19).

"De manera que la ley ha sido nuestro ayo hacia Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo" (Gálatas 3:24-25).

 Las palabras "antes de la ley", en Romanos 5:13, no pueden referirse a otra cosa que no sea el pacto en el Sinaí.  Antes de ese momento, la "ley" no existía. Las palabras "antes de la ley" significan: "antes de la ley".  Estas palabras claramente significan que la "ley" tuvo un comienzo histórico en el Monte Sinaí.

 Las palabras, "la ley se introdujo" (se añadió), no tienen sentido alguno si en ese momento la ley ya estaba presente.  O la ley fue "añadida" en el Sinaí o Pablo habla sin sentido.  Esa ley que fue "añadida" tenía que ver con las "transgresiones".  El ministerio de la ley, que comenzó en el Sinaí, concluyó cuando Cristo vino.  Tiene que haber un comienzo y un final histórico de la ley; de lo contrario, Pablo habla en círculos.  Hubo un punto en el tiempo cuando la ley "tenía el mando"; pero hubo otro momento cuando dejamos de estar "bajo la supervisión de esa ley."

 Deberíamos estar todos de acuerdo en que Pablo no dijo que fue en el Monte Sinaí que el hombre, por vez primera, vino a estar consciente de leyes morales y su deber de obedecerlas.  ¿Cómo explicaríamos la conducta del creyente José, o la de Abimelec, el incrédulo?  ¿Y qué del argumento de Pablo en Romanos 2:14?  ¡No! Pablo no habla en estos textos de los efectos de la conciencia.

 También deberíamos estar de acuerdo de que Pablo no niega que Dios, antes del Sinaí, haya castigado aquella conducta que era contraria a los deberes morales requeridos por las leyes que luego fueron dadas en el Sinaí.  El diluvio no ocurrió porque ese día Dios no se sentia bien.  Ese evento fue el resultado directo de una conducta que aquella gente sabía era desagradable ante Dios.  Estaban viviendo en plena desobediencia a las mismas leyes morales que luego fueron "dadas" en el Sinaí.  En el Sinaí se dio una "ley" por primera vez, no obstante existiera "ley" antes.  Sea cual sea la "ley" que se dio en el Sinaí, la misma caducó para siempre en la cruz.  Sin embargo, hay otra clase de "ley" vigente en la vida del cristiano.  Si esto suena confuso y contradictorio, sólo estamos señalando los problemas específicos que algunos escritores teológicos ven en el estilo habitual, variado, con que Pablo habla de la "ley".

 Para nosotros es muy obvio que en los textos citados, Pablo habla de los Diez Mandamientos sólo en términos de pacto, o contrato. Ese es el significado de la palabra "ley" en Gálatas 3 y 4. Gálatas 3:13-14 dice que Cristo murió bajo la ley y nos libró de su maldición.  Esto sólo puede referirse a las Tablas de Piedra.  La "ley" que vino 430 años después de la promesa hecha a Abraham es, al menos en la superficie, totalmente diferente de la promesa evangélica dada a Abraham.  

 La pregunta formulada en el verso 21 sólo surge por la obvia dificultad creada.  El que Pablo dedique tanto tiempo a formular un argumento tan cuidadosamente fraseado, comprueba la realidad de tal dificultad.  El argumento es tan meticuloso como para fundamentar su punto clave en el uso de "simiente" (singular), en vez de simientes (plural [3:16]).  La pregunta en Gálatas 3:19, y las que le siguen, son innecesarias si no existe diferencia entre la promesa hecha a Abraham y la ley dada a Moisés.  ¿Por qué dedicar tanto esfuerzo para explicar la diferencia entre ambas si en verdad son iguales?

 La "ley", en Gálatas 3, tenía el poder para "encerrar al mundo entero bajo pecado" y probar que era "culpable ante Dios" (:21-23). La ley ceremonial judía jamás podría hacer tal cosa.  Las palabras del verso 20 sólo pueden referirse a la ocasión en que la ley fue dada en el Sinaí.  La ley mencionada en Gálatas 4:4 es el pacto legal bajo el cual Jesús nació y murió.  Gálatas 4:24-25 despeja toda duda de lo que Pablo significa cuando, en este contexto, dice: "ley".  Así dice el texto:

"Las cuales son expresiones alegóricas, pues estas mujeres representan dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual engendra hijos para esclavitud; éste es Agar. Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junta con sus hijos, está en esclavitud" (Gálatas 4:24-25).

 Tan pronto admitimos que en estos textos Pablo habla, obviamente, de las Tablas de Piedra, sobre las cuales se escribieron los Diez Mandamientos o los términos del Pacto, se resuelve el problema, y las declaraciones de Pablo sobre la ley armonizan perfectamente. Vemos que cuando Pablo habla negativamente de la ley, sus debilidades y su defunción, se refiere al pacto de ley (Diez Mandamientos) escrito en las Tablas de Piedra.  Cuando habla en términos favorables de la ley, aplicándonosla hoy, se refiere a los deberes morales contenidos en las leyes que continuaron, aún después de haber caducado el documento contractual del pacto, a saber: los Diez Mandamientos.

 Quien lee estas líneas estará pensando: "bueno, eso se oye bien; sin embargo, si la respuesta de la Biblia es tan sencilla, ¿por qué tantos predicadores y teólogos no la ven?", a lo que respondemos: muchos no pueden oir lo que Pablo dice por la sencilla razón de que no se ajusta al sistema teológico que ellos han impuesto sobre la Biblia. En ese sistema, no es posible ver los Diez Mandamientos como un pacto, específico, particular, establecido sólo con Israel.  Para ellos, los Diez Mandamientos, escritos en las Tablas de Piedra en el Monte Sinaí, tienen que ser un pacto de gracia, no de obras.

 En ese sistema particular, los Diez Mandamientos no pueden, bajo ningún concepto, originar en el Sinaí.  Es absolutamente necesario, como "consecuencia buena y necesaria" del sistema de la Teología del Pacto, que la ley no comience en el Monte Sinaí; de lo contrario, el sistema queda destruido.  Se nos dice que las palabras, "antes de la ley", en manera alguna pueden referirse a los Diez Mandamientos. No obstante, la Biblia dice todo lo contrario.

 No tomaremos el tiempo para examinar los demás textos citados. Que el lector los lea, e intente acomodar su interpretación de los Diez Mandamientos a estas diáfanas declaraciones, tocantes al comienzo y el final histórico de la "ley", a ver si concuerdan.

 En el capítulo siete vimos que los Diez Mandamientos, o Tablas de Piedra, en su calidad de pacto -guardado dentro del Arca del Pacto en el Lugar Santísimo- caducaron cuando el velo del templo fue roto de arriba abajo (Mateo 27:51).  Dichas Tablas quedaron obsoletas al instante; igual ocurrió con Aarón y los sacrificios.

 Los siguientes hechos resumen el entendimiento paulino del propósito y la función de los Diez Mandamientos hoy en día:

1.  Un Nuevo Pacto fue ratificado en la sangre de Cristo en la cruz.  El Antiguo Pacto, escrito en Tablas de Piedra en el Sinaí, fue "cumplido" y eliminado.  Las demandas del Antiguo Pacto fueron satisfechas, su maldición sufrida y removida, sus bendiciones aseguradas por Cristo y otorgadas a su Iglesia.

2.  Un nuevo pueblo o nación, nació "en un día": en Pentecostés.  Surgió una "nación santa" de "reyes y sacerdotes" (el verdadero Israel).  Vea Exodo 19:4-5 y compare con 1 Pedro 2:9-11.

3.  Un nuevo camino a Dios fue abierto el mismo instante en que el velo fue roto de arriba abajo.  Las Tablas de Piedra vedaban la entrada a la presencia de Dios; pero ahora, los términos del pacto escrito en piedra (Diez Mandamientos) han sido satisfechos plenamente; por eso, entramos confiadamente al verdadero Lugar Santísimo (Hebreos 10:1-23).

4.  Un nuevo estado (posición): Hijos de Dios -con sus nuevos privilegios-, fue dado al pueblo "adulto" de Dios.

5.  Un nuevo pedagogo (ayo) asumió el control de la conciencia del creyente del Nuevo Pacto.  El viejo pedagogo en la conciencia del israelita era: las Tablas de Piedra.  Este ha sido despedido (Gálatas 3:24-25) y sustituido por el Espíritu Santo morador.

  


 
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