CAPITULO 4 Los
Diez Mandamientos Son un Pacto "Legal" Las Tablas de Piedra, en las cuales estaban escritos los Diez Mandamientos, no sólo eran un pacto distinto, particular, sino el documento legal específico que, en el Sinaí, constituyó a Israel como nación especial ante Dios. El Arca del Pacto claramente muestra el hecho de que los Diez Mandamientos eran el documento específico que instituyó los términos legales del pacto que era la base de esa relación especial de Dios con la nación de Israel. Los Diez Mandamientos eran en sí las "Palabras del Pacto" que Dios concertó con Israel en el Sinaí. Esto se declara en Exodo 34:27 y 28 y en Deuteronomio 4:13, y otros. Los Diez Mandamientos fueron guardados dentro del Arca del Pacto debido a que eran el documento de pacto que establecía el estado especial de Israel ante Dios. El nombre que se le dio a esa caja que albergaba los Diez Mandamientos y el trato tan especial que recibía, muestran claramente el verdadero significado de las Tablas del Pacto, o Diez Mandamientos. En ningún lugar de la Palabra de Dios se insinúa que la importancia del Arca del Pacto se debía a que albergaba la supuesta "eterna e inalterable ley moral de Dios". Albergaba el Antiguo Pacto, que instituyó a Israel como nación especial ante Dios, y que especificaba los términos (Diez Mandamientos) de dicha relación, o pacto. Esa caja no era el "Arca de la Ley Moral"; era el "Arca del Pacto". De hecho, los Diez Mandamientos, escritos en las Tablas de Piedra que estaban guardadas dentro del Arca, eran los términos de dicho pacto. ¿Qué puede ser más claro y sencillo? La importancia que la Escritura da a los Diez Mandamientos siempre está relacionada, sin excepción alguna, a la condición de Israel como nación especial ante Dios. Varios textos bíblicos enfatizan este punto claramente. En cualquier discusión sobre los Diez Mandamientos, una de las más importantes porciones de las Escrituras a ser considerada es Exodo 19 hasta el 24. Exodo 19 relata lo que directamente precedió el establecimiento de la ley, cosa que ocurre en Exodo 20. El capítulo 24 narra la ratificación oficial del "Libro del Pacto" a través del sello de sangre. Muchos predicadores y escritores enfatizan la "gracia" mostrada por Dios cuando liberó al pueblo de la esclavitud en Egipto (Exodo 19:3-4), ignorando por completo los próximos dos versos (:5-6). Aunque es cierto que Dios mostró favor especial al redimir, o rescatar, a los judíos de Egipto, dicho favor fue solamente una redención física. La mayoría de ellos siguió siendo pecadores empedernidos, en necesidad de convicción de su estado pecaminoso. Dios no dio los Diez Mandamientos a un "pueblo redimido [regenerado] para su santificación." Tal idea no es posible por una razón muy sencilla: ellos no eran creyentes regenerados. Dios dio los Diez Mandamientos -como pacto legal de vida y muerte- a una nación de pecadores orgullosos, a fin de conducirles a la fe en el evangelio que fue predicado a Abraham. Como veremos luego, la función y la meta del Antiguo Pacto (Diez Mandamientos) era ésta: ser un ministerio de muerte, al convencer a la consciencia de su culpa. No confundamos el propósito de Dios en gracia -al dar el pacto en Sinaí- con la naturaleza del pacto. En ese pacto no había ni una sola onza de gracia, no obstante les haya dado el pacto por causa de su gracia. Fue éste el instrumento necesario para traerles convicción de pecado, y guiarles a la salvación por medio de la fe en el evangelio predicado a Abraham. Las Tablas de Piedra, al convencer de pecado, obraron en la conciencia como un ministerio de muerte; y esto sólo podía hacerse bajo las condiciones de un pacto con el poder de dar vida, o muerte. El Sinaí era, en verdad, siervo del evangelio de la gracia; sin embargo, no debe confundirse con el evangelio mismo de la gracia. Y, es importante ver que éste no podría realizar su función servil, preparatoria, de no tener el poder de dar vida, o muerte. John Owen, el más grande teólogo entre los Puritanos ingleses, es una excepción a la mayoría de los escritores. Vio claramente que los Diez Mandamientos constituían, en sí, un pacto legal totalmente carente de gracia. Es uno de los pocos escritores -John Bunyan fue otro- que sabía cómo separar la ley y la gracia. La siguiente cita es su explicación de la palabra "ley", tomada de un sermón sobre Romanos 6:14, intitulado, "No estáis bajo ley, sino gracia": "La ley es entendida de dos maneras: 1. La total revelación de Dios en el Antiguo Testamento. En este sentido, poseía gracia; por tanto, daba vida, luz, y fuerza contra el pecado, según declara el Salmista en el Salmo 19:7-9. Contenía no sólo la ley preceptiva, sino promesa y fuerza para la Iglesia. Aquí no se habla de la ley en ese sentido. 2. La regla de un pacto que demanda obediencia perfecta, que dice: "haz esto y vivirás". Es en este sentido que se dice que los hombres "están bajo el mismo", contrario a estar "bajo gracia". Están bajo su poder, regla, condiciones, y autoridad de pacto".(7) Owen creía que había gracia en las Escrituras del Antiguo Testamento, pero, en el Antiguo Pacto no, por ser éste un pacto legal de obras. Las Tablas del Pacto decían: "haz y vivirás, desobedece y morirás sin compasión" (vea Hebreos 10:28). Israel estaba "bajo la ley" como pacto de vida y muerte, conforme a la segunda definición de Owen. El le llama: "regla de un pacto que demanda obediencia perfecta". En esto, Owen sigue a Pablo, mostrando el claro contraste entre los pactos dados a Israel y a la Iglesia. Esto se ve claramente en las últimas lineas de la cita de Owen. Ellos estaban bajo las Tablas de Piedra como pacto, significando, según bien señaló Owen, que estaban "bajo su poder, regla, condiciones y autoridad de pacto". Owen valientemente declara que no había ni siquiera una onza de gracia en la ley, al ser ésta considerada como el pacto legal que fue dado a la nación de Israel en el Sinaí. Otra cita de Owen dice: "En cuarto lugar, Cristo no está en la ley; no es propuesto ni comunicado por ella; no somos hechos partícipes de él por medio de la ley. Esa es una obra de gracia y del evangelio. En éste, Cristo nos es revelado, propuesto y exhibido..."(8). Si esta declaración nos asombra o nos confunde, aún no hemos entendido la doctrina bíblica de la ley y la gracia. No hemos entendido la naturaleza y la función de los Diez Mandamientos. Hemos fracasado en ver que las Tablas de Piedra fueron dadas a Israel como un ministerio de muerte. Su función era: empujar a los hombres hacia la fe en el evangelio predicado a Abraham. Sin embargo, ni Cristo ni el evangelio son hallados en los términos "Haz y vivirás" ni en "desobedece y morirás". Y estos últimos fueron precisamente los términos específicos del pacto -en Tablas de Piedra- establecido en el Sinaí; los términos que Israel juró obedecer. Fue la desobediencia a estos mismos términos lo que resultó en sus cautiverios. Ya que las Escrituras son tan diáfanas en este particular, hemos de enfatizar la gracia mostrada por Dios al redimir físicamente a Israel de Egipto y, al mismo tiempo, no descuidar el hecho de que Dios, de una vez, colocó a Israel bajo un pacto legal condicional en el Sinaí. Note como el siguiente pasaje enfatiza la realidad del "si" y el "seréis" de este pacto condicional: "Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. Ahora, pues, si dais oído a mi voz y guardáis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel" (Exodo 19:4-6). Es imposible hacer de la relación "si/seréis" algo que no sea un pacto legal que premie la obediencia al mismo con bendiciones. El estado especial de Israel, como nación, descansaba sobre los Diez Mandamientos como pacto. Ese pacto era condicional, por ser uno legal (de obras), que prometía vida y amenazaba muerte. Israel no logró alcanzar las bendiciones prometidas. Sin embargo, bajo el Nuevo Pacto, la Iglesia viene a ser el Israel de Dios, y todos sus miembros son reyes y sacerdotes (un reino de sacerdotes). Cristo, como nuestro Fiador del pacto (Hebreos 7:22), cumplió el Antiguo Pacto en nuestro lugar, ganando así las bendiciones prometidas. Aun una rápida comparación entre Exodo 19:5-6 y I Pedro 2:9 mostrará que ambos textos utilizan las mismas palabras(9). Exodo 19 nos da una lista específica de las bendiciones especiales prometidas a Israel, de ellos cumplir el pacto (los Diez Mandamientos). Israel jamás obedeció los términos del pacto y, por tanto, nunca recibió dichas bendiciones. Finalmente fue desechado y perdió sus privilegios especiales como nación. I Pedro 2:9 señala que la Iglesia hereda esas mismas bendiciones prometidas sólo porque Cristo cumplió el Antiguo Pacto en nuestro lugar. Observe la siguiente comparación, palabra por palabra, entre Exodo 19:4-6 y I Pedro 2:9:
Tanto
el comienzo, como el final de la posición y los El texto, citado de Exodo 19, ciertamente corrobora lo dicho en cuanto a la fundación de la nación. El final del estado especial nacional de Israel también muestra lo mismo: que la posición privilegiada, especial, de Israel como nación concluyó una vez el pacto que lo instituyó como nación caducó. El texto más importante en todo el Nuevo Testamento, sea desde el punto de vista dispensacional, o el de los pactos, es Mateo 27:51. El Nuevo Pacto fue ratificado el instante en que Cristo murió en la cruz. En ese momento, el dedo de Dios rompió el velo del templo de arriba abajo. El camino al verdadero Lugar Santísimo está abierto a todo creyente las veinticuatro horas del día. El mismo Dios, quien con su dedo escribió el primer pacto en piedra, ahora escribe -con el mismo dedo- el mensaje nuevo que nos invita ante su presencia, diciendo: "todo el que quiere, venga". El Primer Pacto decía: "no te acerques, ni toques este monte, pues morirás". El Nuevo Pacto que lo sustituye dice: "Venid, bienvenidos, la puerta está abierta de par en par." Fue el cambio de pactos lo que hizo posible la diferencia manifestada en los siguientes textos:
En el mismo instante que el velo fue roto, el estado nacional de Israel y todos sus privilegios caducaron(10), al igual que todo lo relacionado a dicho estado especial de pacto. El ministerio de Aarón cesó, los sacrificios fueron cumplidos, el Tabernáculo ya no era "santo", y las Tablas del Pacto (los Diez Mandamientos) ya no tenían vigencia como el fundamento de pacto de la relación de Dios con su pueblo. Un "mejor pacto", basado en "mejores promesas" (Hebreos 8:6), había tomado el lugar de las Tablas de Piedra. El "momento" descrito por Mateo es precisamente aquel en que ocurrió el cambio histórico del Primer Pacto al Nuevo. "Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron..." Mateo 27:50-51 El judaísmo del primer siglo no pudo aceptar ese cambio total de su estado, obrado por el cambio de pactos. Quisieron retener todo lo distintivo del Antiguo; por eso rechazaron a Cristo como el Mesías. La nación de Israel no sólo rechazó el mensaje hablado por Cristo, sino también una de las más grandes lecciones objetivas jamás dadas por Dios. Desconocemos si llegaron a remendar el antiguo velo, o si fabricaron uno nuevo, pero, no importa; al volver a colgar ese velo, rechazaron toda promesa, y se ganaron el juicio que sus propios profetas habían predicho. Los tiempos del Mesías y del evangelio, prometidos en el pacto Abrahámico, finalmente habían llegado. No obstante, la nación de Israel no podía aceptar esa realidad. El "no hay diferencia" no podía penetrar los ojos ciegos y el arrogante corazón del judío prejuiciado. El rompimiento del velo no sólo levantó al creyente gentil a descansar sobre una base común con el judío creyente, como miembros del Cuerpo de Cristo, sino que redujo la posición del judío incrédulo al mismo nivel del "perro" gentil. El Lugar Santo no fue el único lugar que dejó de ser; ahora tampoco había una "corte de los gentiles". El meollo de esta verdad es planteado por Pablo en Romanos 9:1-11, Efesios 2:11-21, Gálatas 3:19; 4 y 7, y en "Romanos 2 y 3. Los
Diez Mandamientos, o Tablas de Piedra, A las Tablas de Piedra se les añadieron otras reglas que explicaban y aplicaban dicho pacto. Exodo 20 al 22 es llamado el "Libro del Pacto". La "Ley de Moisés" incluía todo el Pentateuco y, como tal, a veces se le llamaba "la Ley", o "el Pacto". Sin embargo, las Tablas de Piedra, o Diez Mandamientos, constituían en sí mismos el documento que instituyó la nacionalidad de Israel, tal como la Constitución de los Estados Unidos de América del Norte es el documento constituyente que los instituyó como nación. Los actos del Congreso, las decisiones del Tribunal Supremo, las reglas de Rentas Internas, las leyes del Departamento de Salud, etc., son todas partes de la "ley de los Estados Unidos de América del Norte", tal como las leyes judiciales, ceremoniales, sociales y de salud eran parte de la "ley de Moisés". Aun así, la Constitución sigue siendo el documento específico, particular, sobre el cual todo lo demás descansa. Lo mismo ocurre con las Tablas del Pacto, o Diez Mandamientos. Todas las leyes de los diversos departamentos de nuestro gobierno surgen de la Constitución. Estas definen y aplican secciones específicas de la Constitución a las necesidades del día presente. Aun así, el documento de pacto sobre el cual nuestra nacionalidad fue establecida, y por el cual aún somos gobernados, es la Constitución. Igualmente, los Diez Mandamientos, escritos en Tablas de Piedra eran las "palabras del pacto" que formaron el pacto básico de la nacionalidad especial de Israel ante Dios. Una tabla comparativa entre Israel y los Estados Unidos de América del Norte tal vez nos ayude a comprender este punto:
Notas del capítulo 4: __________________________________ 7
The Works of John Owen,
Vol. 7, p. 542, Estandarte de la Verdad
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